apoyó durante años a militantes para un “cambio de régimen” en Siria?
Un conjunto de grupos militantes respaldados por estados occidentales y regionales anunció el fin del reinado de 24 años del presidente sirio Bashar al-Asad en un discurso televisado el 8 de diciembre.
Este evento marcó el término de los dramáticos desarrollos en el país árabe que comenzaron menos de dos semanas antes, inmediatamente después de que se anunciara un acuerdo de alto el fuego entre el régimen israelí y Líbano.
Fue el 27 de noviembre cuando apareció un video mostrando a algunos grupos militantes expresando su intención de derrocar al gobierno de Al-Asad, aprovechando los desarrollos en Líbano y Gaza.
Comenzaron en Alepo, la segunda ciudad más grande de Siria, donde tuvieron que enfrentarse a una semblanza de resistencia.
Poco después, estos grupos con diferentes afiliaciones lanzaron una serie de ataques a posiciones militares sirias, capturando bases en Idlib y Hama mientras avanzaban hacia la capital, Damasco.
En una declaración el sábado, un día antes del anuncio de la caída de Al-Asad, el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, dijo que Washington “no debería tener nada que ver” con los desarrollos en Siria.
“Esta no es nuestra lucha. Dejémoslo que se desarrolle. No nos involucremos”, escribió en su plataforma Truth Social.
Muchos analistas interpretaron las palabras de Trump como un visto bueno para que los grupos militantes anti-Asad derrocaran su gobierno y tomaran el control de la capital Damasco y las instituciones estatales allí.
Esta no es la primera vez que EE.UU. organiza un complot de “cambio de régimen” en Siria. En ocasiones anteriores, los intentos fracasaron a pesar de que Washington y sus aliados emplearon terroristas y mercenarios para derrocar a Al-Asad.
Jeffrey Sachs, un destacado analista de políticas públicas estadounidense, señaló que la “adicción al cambio de régimen” de Washington está profundamente arraigada en su política exterior y añadió que este enfoque ha girado durante mucho tiempo en torno a la estrategia de “derrocar gobiernos que no les gustan”.
“En 1979, pensábamos que haríamos algo astuto. Enviar a la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.), empezar a contratar algunos mercenarios yihadistas… lo cual, 40 años después, ha dejado a Afganistán completamente destruido”, dijo en una entrevista.
Sachs describió las operaciones encubiertas de la CIA para derrocar a Al-Asad como un “desastre”, que llevó a la aparición del grupo terrorista Daesh, y destacó el asombroso costo de la llamada guerra civil siria, señalando que 600 000 personas murieron y más de 10 millones fueron desplazadas como resultado de la guerra orquestada.
“Debemos entender cómo sucedió esto”, indicó. “Esto sucedió por nosotros. Esos 600 000 no son solo una casualidad. Iniciamos una guerra para derrocar un régimen. Fue encubierta”, remarcó.
Destacó que EE.UU. sigue apoyando a grupos militantes que buscan desmantelar un gobierno democráticamente elegido, “en contra del derecho internacional, la Carta de la ONU y el sentido común”.
El presidente de EE.UU., Joe Biden, en declaraciones el domingo, calificó la caída del gobierno sirio bajo Al-Asad como un “acto fundamental de justicia” así como “un momento de riesgo e incertidumbre”.
Continuó reconociendo que EE.UU. y sus aliados “debilitaron” a Siria y a sus aliados, incluidos Rusia, Irán y el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), dejando claro que la llamada “revuelta popular” en Siria fue controlada remotamente.
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