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Visto para sentencia

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16.11.2025

Lucía Feijoo Viera

Finalizó el juicio que nos ha tenido en vilo. Y ahora esperamos el fallo del Tribunal Supremo. Deseo que se imponga la cordura, el rigor y la justicia. No hay pruebas fehacientes que demuestren la culpabilidad del fiscal general del Estado. Ojalá despertemos de esta pesadilla antidemocrática.

Llevamos un largo tiempo escuchando a la derecha que, por primera vez en la historia de este país, un fiscal general se encuentra primero imputado y luego sentado en el banquillo de los acusados. Se rasga las vestiduras ante el escándalo. Pone el grito en el cielo por el hecho de que ese fiscal general no haya presentado la dimisión. Por lo visto y lo oído se trata de una situación tan inaceptable, tan vergonzosa, tan insólita, tan dañina que pone en entredicho la democracia.

- Qué vergüenza, dicen. Quien tiene que velar por la justicia está sentado en el banquillo por cometer un terrible delito: filtrar los datos secretos de un “ciudadano particular” (no va a ser general) con el fin de perseguir a una adversaria política del Gobierno como es la señora presidenta de la Comunidad de Madrid.

De modo que filtrar o no filtrar la información sobre unos delitos se ha convertido en un asunto más grave que la comisión de los mismos. Está siendo más escandaloso el hecho de conocer los delitos que los delitos cometidos. Así que el presunto delincuente se queja de ser la víctima.

El que ha falsificado documentos, defraudado a la Hacienda pública y recibido comisiones millonarias es un pobrecito perseguido. Lo que le humilla es que se sepa, no que haya sucedido.

Al parecer, el Gobierno ha puesto a un zorro a cuidar a las gallinas. Porque lo más grave del problema de la filtración es que el Gobierno está detrás de la maniobra y por eso sostiene al Fiscal General, animándole a no dimitir. O lo que sería peor, exigiéndoselo.

El Tribunal Supremo, se dice bien y pronto, tendrá que meter en la cárcel, después de un juicio justo, a quien tiene el deber de vigilar el delito y de garantizar, si es que se produce, la necesaria denuncia y la correspondiente sentencia. Qué país. Qué Gobierno. Qué fiscal general.

Lo nunca visto en ningún sitio, dice la derecha escandalizada.

Y yo me sumo a la denuncia de esta situación alarmante. Pero con una pequeña discrepancia, con un pequeño matiz. El escándalo existe, pero no........

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