Mazón no se acaba nunca
Feijóo responde a Sánchez sobre su llamada con Mazón: "Yo hablé con él antes que usted" / Europa Press
Mazón no se acaba nunca. Vila-Matas lo dijo de París, Martín Caparrós de Buenos Aires. Tanto da. Mazón ya ha tomado densidad de figura mítica, con asiento reservado en cualquier geografía. Es cierto que Vicent Baydal, benemérito historiador, desvelado por la patria a la que Mazón no ama, también ha escrito “València no se acaba nunca”. Pero València ha entrado plenamente en la dicha de la metáfora desde que el Ventorro opera como semáforo de la pena, aunque cuando se puso en rojo, Mazón tardara mucho en advertirlo: para él seguía en verde, indefinidamente. No digas que fue un sueño. París era una fiesta y València un diluvio. Pero la derechita inculta no suele reparar en estos matices mientras quede vino en la copa y chalecos reflectantes en los armarios. Personalmente prefiero la mímesis porteña. Y no porque Messi, creo, ha estado por aquí, que los periódicos casi no han dicho nada. No. Es que Mazón se parece cada vez más al del tango. “Sólo, fané y descangallado”, siendo mera coincidencia postcolonial que el verso pertenezca a esa maravilla melódica llamada “Esta noche me emborracho”. El caso es que como el gato aquel, está y no está, se va pero se queda, amaga pero qué va. Alma en pena, rat penat de turbia leyenda, no acaba de escindir su alma preciosísima de su cuerpo político, tan perecedero él.
No se acaba. Y nos obliga a decirlo. Por si alguien no ha caído. Da igual que el PP, cautivo y desarmado, haya sido vencido por este caballito de Troya de la ultraderecha que corre maratones, que todo es muy griego a estas alturas. Mazón es un clásico del siglo XXI. Ahora mismo nada entre la nada de lo que fue y la fundada esperanza de consolidar empleo como okupa de un eskaño. Proclama como el famoso Ulises: “Soy nadie”........





















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