Parlamento Europeo 2024/2029: ¿reseteo o comienzo fresco?
Además de cerrar (hasta nueva orden) un ciclo electoral intenso en España (tras las elecciones vascas de 21 de abril y catalanas del 12 de mayo), el 9J abre en la UE un tiempo nuevo. Quienes hicimos campaña en tan decisivas elecciones al Parlamento Europeo (PE) nos esforzamos por explicar el carácter dirimente de esta cita con las urnas.
Por multitud de razones, estas han sido las elecciones europeas más determinantes. Primeramente, porque nuestra ciudadanía europea decide por sufragio universal la única Institución europea directamente elegida. Segundo, porque elegimos al PE más poderoso de su historia, y más poderoso de Europa: legislador supranacional que aprueba Presupuestos, Fondos Europeos y Leyes de obligado cumplimiento para 27 Estados miembros (EEMM), además de generar derechos que pueden ser invocados ante sus sistemas judiciales bajo la última garantía del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en Luxemburgo.
Tercero, porque la propia UE se sometía el 9J a un StressTest existencial, ante el empuje de una extrema derecha a la que todas las encuestas anticipaban la capacidad de hacer girar sobre su eje al proyecto supranacional, implosionándolo tras frenar e involucionar todos los avances trabajosamente conseguidos en estos últimos años.
A la vista de los resultados, buena parte de los análisis han resaltado su lectura positiva: "los bárbaros se han quedado a las puertas de la ciudadela", pero no la habrían tomado al asalto como se prometían. Parece innegable, sin embargo, que esos "bárbaros" son cada vez son más numerosos y aguerridos, y están más "cerca de las puertas" que nunca antes. Urge, claro que sí, preservar la mayoría proeuropea frente a quienes la impugnan, pero no es sensato subestimar —menos........
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