‘El día del Watusi’, pongamos que hablamos de Barcelona
La noticia teatral de la semana pasada se producía en Barcelona. En el Teatre Lliure, donde se estrenaba El día del Watusi de Iván Morales basada en la monumental novela del mismo título de Francisco Casavella. Una obra fundamental de la literatura española y referente de una generación, sobre todo en Cataluña, que pedía paso y peso en la Barcelona posolímpica y en la España postsocialista y posfelipista.
Pues de eso va la novela. De gentes que nacieron y tuvieron una infancia miserable durante los últimos años del franquismo. Gentes cuyos padres tuvieron cierta mejora en sus condiciones de vida. Y a los que la democracia les trajo, primero, la furia y componendas de una política alcoholizada y anfetamínica. Y, luego, la movida cultural, drogadicta y punk que tanto los confundió y en la que tantos se perdieron para siempre. Una generación perdida.
Y, no, no pongamos que hablo de Madrid, como cantaría Joaquín Sabina. Porque la novela sucede en Barcelona. Una Barcelona que cambió el lumpen miserable y chabolista, de bandas y capos mafiosos de Montjuic y la Barceloneta por la miseria de la prostitución, el tráfico de estupefacientes y el muy mal vivir de la Plaza Real y aledaños.
Lugares que el espectador recorrerá de la mano de Fernando Atienza. Un chaval, charnego, es decir, hijo de emigrantes de otras regiones de España, al que su madre no le deja mezclarse con otros. Necesita preservarlo de ese ambiente sórdido que le rodea, pues en él están depositadas todas las esperanzas de salir del fango gracias al estudio y la Universidad.
Pero cuando se vive en la miseria es imposible mantenerse aislado de ella. El azar hace que junto al único amigo que se le permite, un chaval discapacitado, descubra el cadáver de una muchacha del barrio. Un asesinato con el que comienza la persecución de un mito. El Watusi, un vecino del que se sabe poco menos que solo leyendas, historias que corren entre los chavales y los que no lo........
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