Vivencias indelebles
El investigador científico, incitado por su intuición y empeño, se enfrenta constantemente a lo desconocido con temple y arrojo. Su labor profesional no discurre por un camino de rosas sin sobresaltos ni chascos.
Todo lo contrario: se adentra en una maraña de angostos e intrincados vericuetos donde se agazapan la duda y la sorpresa y a veces el fiasco y la frustración. Pero todos estos escollos pueden superarse con ahínco y perseverancia cuando uno está persuadido de que es posible vencer el reto planteado por formidable que sea y alcanzar la meta fijada, aun sabiendo de antemano que ello abocará a nuevos desafíos y exigencias. Conseguido el objetivo propuesto, la plácida alegría compensa con creces cualquier aflicción y desánimo anteriores.
También hay otras recompensas muy gratificantes, en mi caso los viajes, el conocimiento de otras tierras, el trato con otras gentes, el hallazgo de distintos usos y costumbres, las sensaciones percibidas y muy especialmente la genuina amistad. Los proyectos de investigación me han permitido viajar y moverme desde Reikiavic hasta Wellington y desde San Francisco hasta Pekín. He disfrutado de estancias en........
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