¿Qué podemos hacer por el mundo?
Cuando antes del Neolítico los humanos estábamos organizados como cazadores-recolectores, en grupos de 30 o 40 personas, la supervivencia era el único objetivo de la tribu. La supervivencia como grupo o especie, nunca la individual.
De hecho, cuando un miembro del grupo enfermaba, como la vida era trashumante con cambios de territorio cada pocos meses, porque se esquilmaban los recursos, el grupo no podía cargar con el enfermo y se le dejaba morir. En aquella época, la importancia del individuo era mínima, ya que lo único valioso era el grupo.
El desarrollo de la agricultura produjo el sedentarismo y los excedentes, por lo que las clases sociales y económicas, inexistentes hasta ese momento, se fueron estructurando y se otorgó una mayor importancia al individuo. Pero pese a ello, las metas e intereses de las personas, incluso las de los gobernantes, solían supeditarse a las preocupaciones colectivas.
Desde entonces, las sociedades han tendido a ser colectivistas, en las que se prima el interés grupal sobre el individual, y que aún es visible en muchos países orientales, en las culturas musulmanas y en los países menos occidentalizados. Sin embargo, la cultura europea ha........
© Heraldo de Aragón
visit website