Cartas al director de HERALDO: La clase política nos lleva a la ruina
Nacido en Zaragoza en 1941, soy uno de los niños de la posguerra. No voy a contar las calamidades y el hambre que nos tocó pasar, pues estaban en vigor las cartillas de racionamiento, pero sí el calvario de los últimos 35 años por los problemas de mi aparato digestivo.
En mi peregrinar, solo conseguí que me dieran antidepresivos, ya que según los muy distintos especialistas que me visitaron todo era fruto de mi mente. Esta primavera, el destino me llevó a la consulta privada del doctor Fuentes Olmo, quien a los 30 segundos de mostrarle todas las pruebas me dijo: "No me extraña que tenga Ud. problemas, ya que es celiaco". Un test genético lo confirmó y, en 48 horas, mis intestinos dieron un cambio radical. Tomen nota los defensores de la sanidad pública. Cuento esto en relación a la clase política que nos ¿gobierna? Y a la que sufrimos todos, salvo los beneficiarios del régimen, sean políticos o periodistas, que deben de vivir otra realidad. Lo confirma la desgracia sufrida en Valencia, en la que la clase política saca lo ‘mejor’ de su repertorio de odio, rencor, pasotismo y desvergüenza, en lugar de ponerse de acuerdo para aunar esfuerzos en pro de los pueblos dañados. No entiendo nada de lo que están haciendo. Por ejemplo, en una población el agua se llevaba cinco puentes; pero, ¿no tenemos en Zaragoza una unidad de Pontoneros capaces de establecer un puente incluso en minutos? Los políticos nos están llevando a la ruina. Que se vayan a sus casas y que reflexionen todos los días que necesiten, pero de verdad, no como Sánchez, y cuando tengan las mentes en condiciones para gobernar, que lo intenten de nuevo.
José Luis Salvador Murillo. ZARAGOZA
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