Emociones y paisajes esteparios
De las salidas al campo surgen siempre impresiones subjetivas, si se puede afirmar eso con rotundidad, porque el sujeto adulto nunca olvida lo aprendido en su vida y en los estudios.
Mis paisajes son a la vez vaguedad y melancolía, por lo que dejaron de ser o pudieron ser; quizás nunca quisieron ser. En los paisajes siempre se encuentran alegrías, por más que quien observe resalte los deterioros.
Mi paisaje es la estepa, allí donde falta lo espectacular presentado en los medios de comunicación o en lecturas selváticas; desde ‘Tarzán’ o ‘El libro de la selva’ a ‘National Geographic’. No busco en la estepa fantasías, sino la grandeza de las cosas pequeñas, algunas visibles incluso a la luz de la luna, como los yesos cristalinos. Parece que todo está dormido, excepto los cantarines pájaros o la chicharra delatora; por la noche, el mochuelo.
Mucha gente nos sentimos a gusto en la estepa. Ante esa menguante balsa endorreica, a donde van las calandrias a beber, admiro el vuelo amatorio de la libélula; cerca, los hinojos me perfuman. Los tomillos sienten envidia y a la menor ocasión........
© Heraldo de Aragón
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