El verano permite las desmesuras. Dicen que la nostalgia de la naturaleza empuja a gentes y gentes a salir a cualquier lugar que permita restañar la infelicidad que acumula la vida en la ciudad. Necesitamos, ¿será un resto de la evolución?, volver a encontrarnos en lugares abiertos.

Pensamos que allí la felicidad nos acompañará. En realidad nos devuelve al sitio primitivo donde los humanos empezaron a deambular por la Tierra, al paraje singular que alguien debe incorporar a su agenda vital. Pues el sitio elegido nada o poco tiene que ver con lo que fue.

Algunos lo llamamos ‘ecostalgia’ porque en esa aventura queda algo de lo que durante mucho tiempo guardó la naturaleza: ser ecológica en su mantenida entropía. Y hacia allí nos dirigimos. Los medios de comunicación traen estos días la invitación a que la gente viaje a un lugar recóndito, publicitado por intereses económicos en los medios de comunicación o difundido por cualquier red social como lo único, lo que no te puedes perder en este verano. Algunas administraciones invitan a encontrar la felicidad en lo recóndito, lo subrayan como........

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