La hermanastra fea
Emilie Blichfeldt reescribe el mito de La Cenicienta desde un ángulo que interpela el presente. Su ópera prima coloca a Elvira (Lea Myren), la hermanastra del angelical personaje de cuento, en el centro de la narración con una premisa clara: la belleza impuesta opera como accesorio de control. En esa línea, el film usa el gótico victoriano a modo de trasfondo social para hablar de un deseo que tiende a confundir la aceptación con la existencia.
La hermanastra fea funciona en dos sentidos. Primero, como parábola, cuando una familia arruinada transfiere a la apariencia la expectativa de salvación. Y después, como estudio de personaje, cuando Elvira aprende a sacrificar carne y voluntad para acceder a un sistema de reconocimiento. La dirección de arte, recargadísima, argumenta desde la acumulación de objetos respaldando la idea de una falsa riqueza que va disfrazada por la ostentación. En ese sentido, la película gira en torno a las apariencias y los secretos a voces; un acertado recurso que la directora........
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