No prescribe
Me he convertido en un ave exótica en los aeropuertos. Sin importar latitud o longitud, miles de pasajeros de las más diversas lenguas, nacionalidades y religiones tienen en común que facturan sus maletas, esperan tarjetas de embarque y ocupan su asiento en el avión conectados a una pantalla táctil. Enganchados, más bien. Yo, dando la nota, cargo con un libro. Seguramenta más enganchada que todos ellos. El último hace más visible mi extravagancia por su volúmen. Su editor asegura que lo pesó en la Thermomix y que suma más de un kilo. Y lo que me condena a acarrear tal mamotreto de país en país no es el carma, por haber hecho algo muy malo en una vida anterior, que yo sepa, sino mi fascinación por sumergirme en novelas históricas cuya acción transcurre en Salamanca. Aunque «El judío» retrate a mi Salamanca embarrada, recorrida por regatos de orines y poblada por ruines, bellacos e indginos, sigo leyendo sin poder evitarlo, atrapada por las endorfinas que........
© Gaceta de Salamanca
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