La fuerza del caracol
En la primavera de 2014, Donald Trump se compró un campo de golf en el pequeño pueblo de Doonbeg, frente a la costa oeste de Irlanda. Eran duros tiempos de crisis y aprovechó una ganga de unos 15 millones, una operación redonda. Pero apenas se dispuso a disfrutar de su adquisición, se dio cuenta de que no metía ni una bola y lo achacó al viento. Como Trump está convencido de que no hay problema que no se solucione con un buen muro, encargó los planos: tres kilómetros de muro de cuatro metros de altura y de casi doscientas mil toneladas.
Nunca llegó a construirse porque el muro atentaba, además de contra numerosos principios medioambientales y paisajísticos que hicieron valer las autoridades locales, contra la supervicencia de una especie de caracol en peligro de extinción, el «vértigo angustiar». Pero mientras duró la disputa legal, el pueblo de Doonbeg estuvo paralizado. Nadie movía un euro en la región amenazada por el mamotreto. Así estamos ahora en Europa, donde hace meses que no se........
© Gaceta de Salamanca
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