Estrellas de agosto
Aquí donde ustedes me leen, amanezco ojerosa y exangüe. Toda una noche he pasado contemplando las Perséidas. Lo de contemplar es un decir porque se parece más bien a una cacería. Son tan raudas esas partículas de polvo de la estela del cometa Swift-Tuttle, en su orbita alrededor del sol, que apenas alcanzo a formular un deseo por cada una que diviso, con la esperanza de que la estrella de agosto se ocupe de cumplirlo. Acudo a las lágrimas de San Lorenzo escaldada de tanto invocar en vano a la razón y a la responsabilidad. Ese camino no parece llevar a ninguna parte en esta España que es engañada porque quiere, que parece haber sido engendrada para tragar todo lo que le echen y que no atiende a más argumento que la paguita cortoplacista. Un poco desesperado, la verdad, aferrarse al clavo ardiendo de la superstición. Pero no queda mucho más, cuando nos abandonan la defensa de la ley y de las instituciones. España está de la mano de Dios,........
© Gaceta de Salamanca
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