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«Lobo que vea, lobo que mato»
A estas alturas ya nadie debería extrañarse del grado de exasperación que aflige a los ganaderos, quienes ven impotentes cómo su cabaña disminuye a causa de los ataques del lobo. Cualquier lector de este periódico puede hacer un seguimiento –yo lo he hecho-- de las noticias relativas a esta aparentemente irremediable y triste situación. Rara es la semana que no vemos la foto de una oveja mordida o de una ristra de cadáveres ovinos esparcidos por el suelo de la finca. En la ganadería extensiva sucede algo parecido, si bien los pastores que mueven sus rebaños por los puertos y agostaderos de montaña no se ven afectados en la misma medida al estar asistidos por eficaces escoltas de mastines. Otra cosa es lo........
© Gaceta de Salamanca
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