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2+2=5
A mí tampoco me gustaban las matemáticas. Supongo que el desencanto no brotó de una forma innata, más bien recuerdo vagamente algunas tardes de polinomios y fracciones con cierto sopor ante el cuaderno. Hubo fases en las que me cautivaron, pero no cuajó el enamoramiento y todo terminó en ruptura total al pasar al capítulo de las integrales, los logaritmos neperianos y las derivadas. Ahora me toca lidiar con estadísticas y porcentajes a diario y salgo del paso con la solvencia justa. Incluso me aventuro con algún sudoku, nivel intermedio. No doy para más.
No es que sea yo de la generación que repetía temblando la tabla del ocho ante la........
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