En defensa de la feria
Este fin semana me sorprendía la contundencia de una cifra: veinticinco años desde que Enrique Urquijo apareció frío en un portal de Malasaña. Aquella mañana, en una clase demasiado grande de la recién estrenada Facultad de Comunicación, Roberto y yo no pudimos atender en clase de Francés, que buena falta nos habría hecho. Nos pasábamos notas –todavía muy analógicos– con tal y cual verso y discutíamos si Ojos de gata o Quiero beber hasta perder el control, si Amiga mala suerte o A tu lado.
No es raro que se me pegara a los labios, bajito, Volver a ser un niño mientras daba el último paseo por la Feria del Libro Antiguo, en un noviembre todavía demasiado dorado y bullicioso, en eso poco parecido a los de hace un cuarto de siglo cuando el........
© Gaceta de Salamanca
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