Miramelindo y Miramamolín
El moro Miramamolín no era tan alto ni tan guapo como el joven Miramelindo, si bien sus intenciones eran muy parecidas. Tuvieron que ser los reyes autonómicos de Castilla, Navarra y Aragón quienes pararan los pies al moro en la batalla de las Navas de Tolosa. Claro que también recibieron una ayuda inestimable de los monarcas europeos, preocupados por el aluvión moruno que amenazaba al continente.
El moro Miramamolín se cubría con turbante, llevaba barba tupida y se le puso, entre ceja y ceja, la vaina de arrasar España. Lo mismo que al joven «Miramelindo», un bolivariano que pretende dejar el suelo español como una tundra groenlandesa.
El moro, al menos, trató de llevar a cabo sus ilusiones de conquista sobre un caballo alazán, cimitarra en mano y arreando que es gerundio. Todo un hombre, aquel Miramamolín, que para vencerlo hubo que armar un ejército de cien mil guerreros, seguramente repescados en algún caladero de fijos........
© Gaceta de Salamanca
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