Regulación financiera en México necesita reforzar los cimientos y no solo pintar paredes
La regulación financiera en México enfrenta un dilema estructural: por fuera parece sólida, pero en el fondo carece de cimientos firmes. La reciente transición en la CNBV y la necesidad urgente de una Ley Fintech 2.0 muestran que no basta con ajustes superficiales; el marco regulatorio sigue rezagado y esto frena tanto la innovación como la competencia.
El ecosistema financiero es diverso: bancos, fintechs, Sofipos, transmisores de dinero, Sofomes y agregadores conviven en el mismo mercado, pero no bajo reglas equitativas. Mientras algunos cuentan con los recursos para ampliar su oferta, otros apenas logran sostener operaciones básicas, lo que genera desigualdad en la calidad y seguridad de los servicios ofrecidos. Esa asimetría tiene consecuencias directas en los usuarios, quienes enfrentan servicios más costosos, poco competitivos y, en ocasiones, inseguros.
Los casos recientes muestran la fragilidad del sistema regulatorio. El episodio de la Sofipo CAME, con más de 1.3 millones de clientes y supuestos activos por 5,380 millones, cifra que después fue corregida por la misma institución a 3,159 millones de pesos, es un ejemplo de cómo la CNBV primero validó cifras maquilladas y después corrigió, dejando a miles de ahorradores en la incertidumbre.
Frente a esta disparidad, la regulación mexicana tiene la oportunidad de dar un paso........
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