El empleo juvenil representa uno de los grandes desafíos de las economías emergentes. A medida que crece la población joven, también lo hace la demanda de oportunidades laborales, pero el mercado no logra responder con una oferta suficiente ni adecuada.

Garantizar un trabajo digno para las nuevas generaciones no es solo una necesidad social, sino una prioridad estratégica para el desarrollo sostenible. En este proceso, las empresas —grandes, medianas y pequeñas— juegan un papel decisivo, ya que son las principales generadoras de empleo y, por tanto, actores clave en la construcción de un futuro más equitativo, productivo e inclusivo para la juventud.

Sin embargo, el desafío actual implica mucho más que la generación de empleo. Lo esencial es crear oportunidades laborales estables y de calidad que permitan a los jóvenes desarrollar su potencial en un entorno que reconozca tanto sus capacidades como sus aspiraciones. Para lograrlo, se requiere un enfoque integral que combine la creación de empleo con procesos efectivos de formación, capacitación y conexión entre la oferta y la demanda laboral.

En este contexto, los países deben diseñar políticas públicas que actúen de manera complementaria en dos frentes. El primero consiste en fortalecer la oferta laboral a través de programas de formación técnica alineados con las demandas del mercado actual, y con visión a mediano y largo........

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