Cómo ganar siempre: la receta de Orbán, Erdoğan… y Morena
Como argumenté en mi columna de la semana pasada, el objetivo central de la reforma electoral es garantizar la sobrevivencia y la longevidad del régimen encabezado por Morena. La reforma no está pensada para las elecciones inmediatas, sino para el futuro, cuando el desgaste natural del ejercicio del poder y el posible surgimiento de una alternativa competitiva en la oposición amenacen el dominio político de Morena.
El sistema electoral que busca construir la coalición morenista estará marcado por la competencia real pero injusta. La cancha y el árbitro estarán inclinados a favor del oficialismo, pero las elecciones seguirán celebrándose y las oposiciones tendrán oportunidad de ganar espacios en gobiernos locales, el Congreso y, con un desempeño extraordinariamente bueno y un desempeño igualmente malo del oficialismo, la Presidencia.
Se trata de un fenómeno global, no únicamente mexicano. Las democracias liberales, sustentadas en los frenos y contrapesos, la división de poderes, la supremacía de la Constitución y el respeto a las minorías, están en declive. Mientras tanto, ascienden los movimientos políticos con una visión “mayoritarista” o “popular” de la democracia.
Bajo esta visión de la democracia, los derechos y la representación política de las minorías pasan a segundo plano y la voluntad de la mayoría, conceptualizada como la voz del pueblo, se considera la única legítima. Las........
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