El costo del “yo me lo sé todo”. Cuando fingir certezas mata negocios
Reconocer lo que no sabemos no debería ser un acto de valentía. Debería ser parte de cualquier estrategia seria. Pero en México, fingir certezas sigue siendo la norma: se premia más la apariencia de control que la capacidad de aprender. Y eso nos está saliendo caro.
Según el Inegi, el 75% de los negocios en México no sobrevive más de dos años. Fingir control es parte del problema. La obsesión por parecer experto debilita la estrategia y asila al liderazgo. Liderar con preguntas y no con certezas fingidas puede ser una ventaja competitiva real.
Decir “no sé” parece peligroso, cuando en realidad es una de las herramientas más poderosas para liderar con honestidad y adaptabilidad. Fingir certezas impide pedir ayuda, formar redes inteligentes y detectar errores a tiempo. Priorizar el posicionamiento del CEO antes de dominar el negocio debilita la estrategia desde adentro.
Se culpa al contexto, a la burocracia o a la falta de contactos, pero rara vez se habla de lo que ocurre dentro de los equipos: el miedo a admitir que algo se desconoce, una cultura que castiga la pregunta y tolera los errores ocultos. Mientras más........
© Expansión
