Convertir los errores en activos de comunicación empresarial, nuevo código del liderazgo
Hubo un tiempo en que admitir los errores era visto como el peor de los fracasos. Como líderes, se nos enseñaba a sostener el rostro de la perfección, a evitar cualquier fisura, y si el error era inevitable, a controlarlo, minimizarlo e, incluso, esconderlo. Esto hacía que la narrativa dominante en el ámbito de la comunicación empresarial girara en torno a la palabra control, es decir, control de mensajes, control de percepción, control de daños. Aprendimos a blindar reputaciones, a levantar muros discursivos frente a cualquier amenaza y a evitar el error como si se tratara de una infección.
El criterio ha cambiado y el error está dejando de ser un tabú para convertirse en parte activa de la conversación pública; y mejor aún, en un verdadero activo reputacional. Curiosamente, esto ha dado un giro a la percepción del liderazgo, pues en lugar de condenar al que se equivoca, el escrutinio público empieza a valorar a quien se atreve a decir “fue un fallo y lo asumo”. Así, los líderes que saben reconocer sus errores no pierden poder; lo transforman. Y lo más interesante es que lo convierten en reputación.
En la comunicación empresarial mucho hablamos de "gestión de crisis", pero pocos nos atrevemos a hablar de los errores como materia prima de una narrativa reputacional. Desde una visión más innovadora, el error deja de ser una anomalía para volverse una oportunidad, ya que bien gestionado, puede generar más conexión que cualquier campaña de marketing.
Cuando un líder admite........
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