El temor reputacional, el ingrediente oculto del desperdicio alimentario
En mi trabajo visito y llamo frecuentemente a cadenas, tiendas y restaurantes para invitarles a sumarse al rescate de alimentos. La escena se repite muchas veces: explicas el proceso, los controles de calidad, el impacto… y justo cuando parece que todo encaja, llega la pausa incómoda, la sonrisa tensa y la frase de siempre: “Nos interesa, pero creemos que podría afectar nuestra imagen.” No es falta de empatía ni de recursos: es miedo reputacional puro, ese que mantiene toneladas de comida perfectamente buena fuera del alcance de quienes la necesitan y paraliza la acción antes de que siquiera comience.
En marketing hay decisiones que huelen a oportunidad y otras que huelen a miedo. En América Latina —donde el hambre y el desperdicio coexisten brutalmente— demasiadas marcas siguen el olor del segundo. Prefieren quedarse quietos en lugar de ser asociadas con “productos en mal estado” o con temas incómodos. El resultado: dinero, reputación y confianza que se van por el drenaje, y un país que sigue perdiendo oportunidades de mejorar por culpa del pánico corporativo.
Pero ese miedo tiene un costo real. En México, según Naciones Unidas y la Red de Bancos de Alimentos (BAMX) no optimizar excedentes y mermas implica pérdidas de cerca de 490 mil millones de pesos al año, el equivalente al........





















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