Aprender de lo que ya funciona
A veces, el cuidado comienza en los lugares menos esperados. No se encuentra necesariamente en una consulta médica o en una receta, sino en un gesto cotidiano como tomarse unos minutos para reflexionar sobre nuestro bienestar. No se trata solo de actuar por urgencia, sino de hacerlo por prevención. No es cuestión de enfermedad, sino de conciencia.
Esto lo reflexioné durante mi última estancia en Asia, específicamente en China. En medio del ritmo acelerado de la ciudad, vi algo que me pareció simple, pero revelador: una persona entrando a una cabina médica automatizada, instalada en una farmacia de barrio. En pocos minutos se tomó la presión, midió su frecuencia cardíaca, obtuvo un breve diagnóstico y salió con una impresión en la mano. No había fila, ni burocracia, ni necesidad de una cita previa. Solo tecnología al alcance de cualquiera, integrada a la vida diaria.
La cabina era pequeña, del tamaño de un cajero automático. Tenía una pantalla, un asiento, sensores y un par de instrucciones claras. La persona no necesitó ayuda para usarla. Solo entró, colocó sus manos y brazos en los dispositivos indicados, y la máquina hizo el resto; midió signos vitales, procesó la información y entregó un reporte simple pero útil. Todo en menos tiempo del que se tarda uno en hacer fila para pagar en la farmacia.
No se trata de una rareza ni de un experimento aislado. En países como........
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