El Rey, en el lodazal
La visita del Rey a Paiporta no ha sido precisamente plácida. Ni el multitudinario despliegue policial ha podido contrarrestar la rabieta de los vecinos que en aquel momento trabajaban en la calle intentando desbrozar un espacio público devastado. Le han dicho de todo al monarca y hasta le han tirado barro, que si bien no es ninguna amenaza a la integridad física, deja huella. El president de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, que también estaba ahí, ha pasado de puntillas parapetado tras el Monarca, constatando la ira de los vecinos mientras el presidente español, Pedro Sánchez, se ha medio escabullido y no ha experimentado con la misma intensidad la indignación de los vecinos, expresada con toda crudeza ante el séquito de cámaras que acompañaban a la comitiva real. Cabe decir que Pedro Sánchez está bastante acostumbrado a recibir silbidos, insultos y peticiones de dimisión. La hiperprotegida personalidad del monarca, mucho menos. Normalmente todo son fiestas y masajes. Por contraponer, hace cuatro días, el 12 de octubre en Madrid, el Rey se regaló el tradicional baño de masas que simultáneamente siempre es un calvario para Sánchez. Una protesta de signo partidista, una celebración instrumentalizada desde hace años que indefectiblemente siempre reparte aplausos e insultos discrecionalmente.
El aguacero en Paiporta fue como un tsunami pero al revés. De tierra........
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