Inmigración y antipolítica
Me comenta un compañero que, como servidor, se desplaza en tren al trabajo, que el otro día se produjo una batalla campal en la R-1 de Rodalies, en la línea del Maresme. Jóvenes magrebíes, armados con palos, se persiguieron y agredieron entre ellos en medio de la perplejidad del resto del pasaje, que se refugió como pudo en otro vagón para dejar pista libre a los vándalos. Los denominados MENA, menores generalmente de origen marroquí de quien nadie se hace cargo, son hoy lo que en otros tiempos fueron los quinquis. Los quinquis eran jóvenes desarraigados de barrios castellanohablantes o hijos de familias gitanas que, además de generar toda una cultura musical y cinematográfica —Los Chichos justamente están ahora de gira de despedida de los escenarios—, inspiraron a una tropa de imitadores que aterrorizaban a los chavales cuando salíamos de la escuela a finales de los años setenta. A servidor, que también era de barrio, un quinqui le birló el reloj de la primera comunión, talmente como, 40 años después, un MENA me tiró del móvil en plena pandemia en un tren de Rodalies donde juraría que yo era el único pasajero. Entre la era de los quinquis y la de los MENA, y sin salir de la peculiar sociología de la Renfe, durante un tiempo eran frecuentes las peleas entre pastilleros, jóvenes seguidores de la música mákina, de estética skinhead, que más de una vez obligaron al maquinista —del tren— a pararlo en alguna estación mientras llegaban los Mossos.
¿Hay un problema de inseguridad en Catalunya provocado por la inmigración de los últimos años? ¿O un problema de falta de seguridad en la Renfe? La delincuencia que ahora se asocia a la inmigración, magrebí o sur y centroamericana,........
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