Los aranceles a China: ¿medida soberana o dictado de Trump?
El anuncio del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, de incluir en el paquete económico del 2026 aranceles del 50% a los autos ligeros provenientes de China y a otras importaciones del gigante asiático y de otros países del oriente lejano, con los que México no tiene tratados comerciales, ha desatado toda una ola de reacciones que empezaron en Beijing y continuaron entre los empresarios mexicanos de la industria automotriz, preocupados por las afectaciones que podría traer a la pujante industria automotriz nacional, los altos impuestos que se propone imponer a las automotrices chinas que hoy dominan el mercado de los autos ligeros, no sólo en México sino en buena parte de América Latina.
Aunque el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, salió de inmediato a aclarar que la decisión de proponer esos aranceles no tiene que ver con presiones o “coerción” de los Estados Unidos y que se trata más bien de una decisión autónoma de México “para proteger a diversas industrias nacionales con las que tenemos un desbalance fuerte en la relación con China”, el que la Presidenta y su gabinete económico hayan decidido imponer exactamente el mismo porcentaje que Donald Trump le aplicó a China, ha hecho que se interprete la decisión de Palacio Nacional como un “alineamiento a la guerra comercial trumpista” en contra del régimen chino, atribuido a la reciente visita del secretario de Estado, Marco Rubio, y la próxima renegociación del TMEC que comenzará a finales de este año.
La inclusión de esos aranceles a países orientales, incluido Corea del Sur, que tiene grandes inversiones automotrices en México, fue parte de lo que retrasó por varias horas la presentación del paquete económico 2026 el lunes pasado, porque en las altas esferas empresariales de México vieron con mucha preocupación la aplicación de esos impuestos, al grado de que industriales del Grupo Monterrey enviaron a Palacio Nacional un mensaje, antes de que se entregara el paquete en el Palacio Legislativo de San Lázaro, advirtiendo que la imposición de aranceles tan altos a China y Corea del Sur pondría en riesgo buena parte de la actividad industrial de México, debido a que muchos de los componentes de la industria automotriz nacional, provienen del continente asiático.
Y mientras el tema se definía en medio de las presiones entre la Secretaría de Economía de Ebrard, y la Secretaría de Hacienda de Edgar Amador, la gran ausente, para variar, en esta discusión fue la Secretaría de Relaciones Exteriores de Juan Ramón de la Fuente, que volvió a hacer mutis y, aunque el tema comercial y arancelario no son de su incumbencia, sí lo es el diálogo político y diplomático con los llamados “Tigres del Oriente”, con los que se está comprometiendo, con ese nivel de aranceles, no sólo las relaciones comerciales, sino también las diplomáticas que podrían verse afectadas ante las medidas unilaterales tomadas por el gobierno mexicano.
Porque aunque se entienda la medida contra China, sea por decisión soberana o por presiones del gobierno de Trump, la sorpresa es incluir a Corea del Sur en los aranceles del 50%, porque si bien ha habido muchas reticencias de un grupo del sector empresarial mexicano para negociar un tratado de libre comercio con Seúl, los coreanos son un gran inversionista en México y esas inversiones se podrían ver afectadas por la imposición de aranceles tan altos, sin contar que los consumidores mexicanos, que hoy buscan marcas coreanas como Kia y Hyundai, pagarían un alto costo inflacionario por adquirir los autos de procedencia coreana.
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