La realidad real
Hay una realidad real y otra imaginaria: mientras la primera escuece al país, la segunda se impone como eje de la deliberación pública. Quienes intentamos ceñirnos a lo que puede verse, tocarse y probarse parecemos perdidos, pues en tierra de ciegos, el tuerto es el único ciego. Lo que importa no son los hechos, sino las palabras. O mejor: el poder de quien las pronuncia.
La realidad real es que estamos atestiguando uno más de los momentos estelares de la corrupción mexicana. No estamos ante un puñado de malas personas enriquecidas a expensas del poder público, sino ante una enorme red de complicidades activas, silencios comprados y chantajes cruzados entre funcionarios, marinos, militares, servidores públicos estatales, parientes de la clase política y empresarios de primera generación que han hecho negocios multimillonarios con el patrimonio de la nación, a la luz del día y durante un largo periodo.
Pero en la realidad imaginaria, lo que se........
© El Universal
