La fertilidad frustrada
La esterilidad, es decir, la incapacidad para procrear, puede residir en el hombre o en la mujer. Durante muchos siglos se creyó que la hembra era la única culpable. No solamente era despreciada por su esposo, sino también por la sociedad toda. Según el evangelista Lucas, Isabel, esposa de Zacarías, era estéril; por eso era mirada con ojos de oprobio. En la antigua Mesopotamia al varón le era permitido adquirir una segunda mujer cuando la primera era estéril. El historiador Pausanias refiere que en la antigua Grecia la fertilidad frustrada era producto de la cólera de los dioses. Fue necesario que se hiciera luz en torno de la reproducción para que se aceptara que el hombre también podía estar comprometido en la esterilidad conyugal.
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En el mundo, actualmente una de cada seis personas en edad reproductiva carece de la capacidad de multiplicarse. Por eso la Organización Mundial de la Salud ha lanzado un llamado de atención para que se tome en serio dicha calamidad, pues algunas regiones se muestran hoy despobladas y debe evitarse que el mal........
© El Tiempo
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