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Tania Safura: “La negritud en España necesita pensamiento, no solo visibilidad”

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14.12.2025

@3lenekal3

Tania Safura Adam Mogne es investigadora, escritora y curadora. Nacida en Maputo en 1979 y residente en Barcelona desde hace décadas, se reivindica como mujer negra africana en un contexto que con frecuencia intenta nombrarla como afrodescendiente. Fundadora de la plataforma de pensamiento crítico Radio África, su trabajo recorre la memoria colonial, las genealogías y las formas de imaginación y resistencia de la negritud. A través de la curaduría, la investigación, la escritura y la radio, cuestiona cómo se narran, archivan y representan las experiencias negras en España y en Europa.

En la actualidad dirige Archivos Negros, lidera España Negra y coordina el Grupo de Estudios Negros Ibéricos. Su pieza Orogenia Panafricana forma parte de la exposición “Proyectar un planeta negro. El arte y la cultura de Panáfrica”, que puede verse en el MACBA hasta abril de 2026.

Siempre he pensado que la concepción y la percepción del tiempo en África son muy diferentes a las de Europa. No sé si tienes la misma impresión de Maputo, la ciudad en la que naciste, sobre si allí el tiempo es veloz o no.
La percepción del tiempo de quien vive fuera y vuelve a su lugar de origen cambia: todo se vuelve frenético, como si el tiempo se encogiera porque tienes que hacer el máximo de cosas posibles, ir a visitar a este, hacer lo otro, ir a no sé qué lugar… Vives en un tiempo paralelo, en tu propia locura, entre visitas a los vivos y a los muertos. Porque yo siempre voy también a visitar a mis muertos, incluso a aquellos que no conocí.

Siendo niña, te mudaste con tu familia a Lisboa y luego a Madrid. ¿Cómo fue ese salto entre Maputo y Lisboa, y entre Lisboa y Madrid?
El salto a Lisboa fue orgánico debido a la conexión colonial: la misma lengua, vínculos familiares y musicales. Era la metrópolis; ese lugar europeo donde hacía frío, pero que conservaba algo que resonaba y la posibilidad de estar juntas. Viví en Lisboa desde los seis hasta los diez años; sin embargo, cuando vuelvo, me sigo sintiendo como en casa.

Al mudarme a España, noté enseguida lo distinta que era de Portugal. Para empezar, la gente gritaba mucho, como si estuviese todo el tiempo enfadada. Ahora, sin embargo, me ocurre lo contrario: cuando voy a países como Portugal o Brasil, siento que soy brusca con mis palabras. El español de España es un idioma que impone, mucho más rápido y con un tono más agresivo que el portugués, que resulta más suave y posee formas de acercamiento y de pensamiento más tranquilas y reflexivas

También me llamó la atención el vacío en torno a la negritud. En Portugal había más conexión con África y se veían muchas más personas negras por las calles. Había vida africana.

¿Llegaste a Madrid a principios de los años 90, más o menos?
En el 89, mi familia se mudó a Madrid por el trabajo de mi padre en la compañía aérea, y vivimos en un barrio cerca del aeropuerto de clase media y muy blanco. Para mí, venir a España fue un trauma, aunque con el tiempo me fui adaptando. Gracias al trabajo de mi padre, siempre había gente invitada, conocidos o no, y el hogar se convirtió en el lugar de conexión con esa africanidad que apenas se encontraba en la calle. En casa escuchábamos música, comíamos, hablábamos de la gente que dejamos allá y estábamos en contacto con Maputo y con Lisboa. Era, realmente, otro mundo.

Pero esa ausencia de lo negro en Madrid, ¿la notaste en ese momento o es algo que has ido reflexionando a posteriori?
No, claro que lo notas, porque ya tienes la edad en la que te das cuenta de las cosas. Me reía con mi madre y siempre le decía que nos íbamos a tener que casar con un blanco, porque no había hombres negros. Era un pensamiento que iba más allá: “¡Aquí no hay nadie como nosotras!”. Me generaba una gran incomodidad.

Al mismo tiempo, percibías mucha curiosidad por parte de los demás, éramos gente a la que observar y de quien hablar. Para mí, siempre ha sido incómodo ocupar ese lugar.

Me has hablado antes de los sabores de casa y de la música. Eres una gran melómana, hasta el punto de haber escrito muchos artículos sobre el tema y el libro: Voces negras. Una historia oral de las músicas populares africanas. ¿Cómo empieza tu vinculación con la música negra y a qué lugares te transportan las canciones y los sonidos negros?
La música es, ante todo, intimidad. No soy una persona demasiado sociable; me gusta estar en mi propio mundo escuchando mis canciones. Así que escuchar música es como estar con ese amigo o amiga que siempre está presente y te permite viajar según cómo te sientas en cada momento. También es un espacio de comunión. Cuando estoy en casa, con la familia, es comunión, es baile, es estar juntas. En mi adolescencia, esa comunión comenzó a darse fuera de casa; me encantaba ir a las discotecas. Me lo pasaba muy bien. Era la típica que se subía al podio a bailar, no para mostrarse, sino porque disfrutaba.

Sin embargo, en esos momentos empezó la desconexión sonora, porque no se escuchaba música africana. Así que comencé a conectar con otros sonidos, como el house o el techno occidental, hasta que llegó un momento en que ese sonido se volvió ajeno y perdió todo el sentido para mí. Años más tarde, ya en Barcelona, sentí la necesidad de retomar los sonidos africanos y lo fui haciendo a través de Radio África. Al investigar los contextos musicales del continente, descubrí una serie de sonidos con los que conectaba de manera intensa y profunda.

¿Qué te proponías al escribir este libro y qué supuso personalmente para ti el proceso de investigación y escritura?
La investigación fue muy compleja y avanzó lentamente, primero porque África es musicalmente inabarcable y la mayor parte de la literatura musical está en inglés y en francés. Me topé con una erudición musical que me abrumó. Luego, estaba el hecho de que quería compartir mi viaje personal desde el momento en que dejo las músicas blancas y empiezo a adentrarme en el mundo negro. Compartir esa exploración era importante, ya que fue un desborde en todas sus dimensiones. Por eso es un libro visual y sonoro, que invita a experimentar la música no solo desde la lectura, sino también a través de las listas musicales........

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