La Bolivia de este viernes no es la misma que la que amaneció el miércoles. Hasta el 17 de diciembre, el país vivía en una economía ficticia que una cúpula privilegiada del MAS había armado con el propósito de apoderarse de recursos estatales por vías difíciles de detectar.

Mientras los países que seguían las reglas del mercado marchaban en una dirección, el gobierno de Evo Morales tomó otra en la que, aparentemente, las cosas iban mejor: el dólar se había congelado, al igual que los precios de los carburantes. Todo parecía ir bien: la inflación era alta en el exterior y la nuestra registraba cifras bajas. Con un dólar y combustibles que no subían, la mayoría creyó que íbamos en el camino correcto. Las escasas voces que advertían que se vivía una economía ficticia eran simplemente ignoradas.

Los expertos advertían que las reservas de gas se agotaban y era preciso buscar nuevas, pero el gobierno dijo que había........

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