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Pendientes de veredictos

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22.11.2025

Walter Chavarria Rivera

Durante dos décadas, Bolivia administró una bonanza económica inédita. Los ingresos del gas ofrecieron la posibilidad real – no retórica – de generar desarrollo de base ancha y corregir las desigualdades estructurales que nos han acompañado generación tras generación. Sin embargo, aquella riqueza excepcional se gestionó con una ligereza casi criminal.

La oportunidad histórica se diluyó entre corrupción, prebendalismo y una cultura política que normalizó el abuso de poder como método de gobierno. Esa deuda no solo es fiscal: es una deuda moral que sigue pendiente, porque quienes la contrajeron aún eluden descaradamente sus propias responsabilidades.Los casos emblemáticos de corrupción – el Fondo Indígena, las barcazas chinas, los contratos inflados, las obras fantasmas – no son simple evidencia de mala administración.

Son huellas de un sistema político que convirtió la opacidad en regla, la complicidad en moneda y la impunidad en destino. Lo más grave es que ese deterioro institucional se produjo a plena vista, en un país donde la indignación dura lo que dura un titular, y donde la justicia ha........

© El Periódico