Patio colapsado, lavabos portátiles y goteras: una escuela provisional de Gràcia, al límite
Barcelona
Un niño chapotea, el miércoles pasado, en una parte del patio que tras la lluvia del jueves parecía una piscina. / Manu Mitru
Toni Sust
Periodista
Escribo sobre Barcelona desde 2016. Antes lo hice sobre Política social (2011-2016) y sobre Política catalana y española (2001-2011).
Profesor asociado de Periodismo en la UPF.
Un día, dentro de unos cuantos años, la escuela Teixidores de Gràcia contará con un nuevo edificio, una sede estable y adecuada, en principio en la calle de Carolines. En ese lejano escenario, las familias que lleven a sus hijos a ese centro deberían tener un recuerdo de vez en cuando para sus predecesores.
Porque los padres y las madres que ahora tienen vástagos en la escuela llevan años dejándose la piel para tratar de acabar con la provisionalidad que marca su día a día, con la particularidad de que son conscientes de que sus hijos no llegarán a ver ese emplazamiento definitivo como alumnos, porque cuando se logre esos niños ya llevarán tiempo fuera de Teixidores. Posiblemente estén en la universidad o trabajando. Quizá alguno ya tenga hijos.
Padres y alumnos de la escuela Teixidores, el pasado miércoles. / Manu Mitru
Pero volviendo al presente, lo que ahora sucede es que las instalaciones existentes son cada día menos adecuadas, más asfixiantes para los alumnos, y si nada cambia, la situación será peor el año que viene. El patio se ha hecho pequeño para los 400 alumnos que hay, no hay cocina, y los menores comen un catéring que, dicen, llega frío.
En el exterior, tienen que ir a lavabos portátiles que a menudo se atascan. Dicen sus familias que muchos de los niños se aguantan para ir al lavabo ya en casa. Tampoco tienen espacio para la educación física: van a los Lluïsos de Gràcia. Si llueve, hay goteras en el interior y partes de patio que se encharcan........
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