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40 años del primer coche bomba de ETA en Madrid: a las 7:20 de cada 9-S, el ritual de los que quedan vivos

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Terrorismo y memoria

José Luis Roca

Juan José Fernández

En las novelas del género negro está acuñado que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, pero en la plaza de la República Argentina de Madrid ocurre justo al revés: cada 9 de septiembre son las víctimas las que retornan a la esquina que ETA quiso llenar de cadáveres.

Este 9 de septiembre dos de ellas y un grupo de acompañantes han vuelto a cumplir con su rito particular. Hace 40 años, cuando se perpetró el atentado, eran veinteañeros recien salidos de la academia que recibían su primer y brutal choque con la realidad del terrorismo. Hoy son sesentones que se encaraman a una farola para colocar un tricornio de plástico, unas banderas de España, un ramo de flores y un cartelillo que relata que allí “explotó un coche bomba puesto por la banda terrorista ETA al paso de un microbús con 16 guardias civiles…”

Saldo del atentado: 16 heridos graves y un muerto, el norteamericano Eugene Kenneth Brown, que había salido a hacer footing y esperaba a cruzar en el paso de cebra, junto al coche cargado con 20 kilos de explosivo y un montón de tornillos de los que se usan para fijar las vías del tren.

Justo cuando dan las 7:20, la hora de aquella deflagración, los reunidos rezan un padrenuestro. Para describir la escena se podría tirar del tópico, decir “Madrid se despereza a esta hora”… pero nadie se está despertando en este rincón de la ciudad, donde una historia de vida y muerte ha quedado congelada entre el creciente tráfico matutino, el deambular de oficinistas y las carreras de los que, como el americano Brown, salen hoy a hacer deporte.

Alfonso Sánchez a la izquierda, y su compañero Cirilo Pérez, en el solitario homenaje de los supervivientes cada madrugada del 9-S / José Luis Roca

El 9 de septiembre de 1985, 16 guardias civiles se dirigían a dar relevos y hacer servicios en embajadas y otros edificios de Madrid. Cerca del consulado de la URSS, su primera parada, ETA había colocado un Peugeot 504 cargado con el explosivo y la tornillería. Ignacio de Juana Chaos, actualmente huido, fue el jefe del comando y el que accionó el detonador. Participaron también en el crimen Inés del Río, Esteban Esteban Nieto (ya fallecido) y Juan Manuel Soares Gamboa,........

© El Periódico (ES)