Los gritos y la desesperación de Martín: "Esto es un desastre, así no vamos a ganar el título"
Reconstrucción de una gesta
Jorge Martín hace sonar la fanfarria en el 'boxe' del Prima Pramac. / ALEX FARINELLI
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Eran, exactamente, las 16.05 horas del viernes del Gran Premio Solidario, que se celebraba en el Circuit Barcelona-Catalunya, el pasado fin de semana, en sustitución del Gran Premio de la Comunidad Valenciana, que debía decidir el título mundial de MotoGP entre el madrileño Jorge Martín y el italiano ‘Pecco’ Bagnaia, bicampeón del mundo de la máxima categoría, ambos estrellas relucientes de la fábrica italiana Ducati.
Todo había sido desastroso, patético, desolador, deprimente, descorazonador. Martín había mutado en puro desastre. Era, todo él, un grito de desesperanza. Me prohíben que escriba que gritó “¡esto es una mierda!” No, no lo dijo, me cuentan, él jamás utilizaría, utilizó, esa expresión. Vale. Pero sí entró (varias veces a lo largo de la mañana) con tonos desoladores, crispado, inquieto, incomprendido, indignado con su Ducati…y con la manera de trabajar de su equipo. "El equipo que te ha traído hasta aquí", le dijo alguien.
Todos, absolutamente todos los presentes, se quedaron atónitos. Cierto, era el segundo entrenamiento del fin de semana (decisivo), de la última cita, el momento de cerrar el título. Ni siquiera la ventaja y la seguridad que ‘Martinator’ había emanado hasta aquel viernes, le servía de consuelo al líder del Mundial. Cierto, había quedado quinto por detrás de ‘Pecco’ Bagnaia, Marco Bezzecchi, Aleix Espargaró y Johann Zarco. Era ‘solo’ un viernes más, no tenía sentido tantos gritos, tanto enfado, tanta algarabía y, sobre todo, tantas dudas sobre su magnífico y familiar equipo.
Todos trataron de ocultarle al jefazo, Paolo Campinoti, la situación, pero el dueño había decidido vivir, el fin de semana decisivo, en el 'boxe'. Es más, hubo un momento en que Martín le dijo, con una amplia sonrisa en su rostro, la mejor, “pero tú qué haces aquí si no tienes ni idea de motos, de técnica”. Ese título y el de constructores del año pasado, demostraban, y mucho, que Campinoti sí sabe de esto. Y mucho. Tal vez demasiado.
El caso es que Gino Borsoi, maganer y director deportivo del equipo Prima Pramac, que acabaría celebrando la gesta enorme, histórica, de ser el primer equipo privado, ‘satélite’, que convierte en campeón de MotoGP a un piloto, desde que Valentino Rossi lo lograse, en 2001, con el Nastro Azurro y la Honda NSR500cc; el expiloto Fonsi Nieto, ‘coach’ deportivo de ‘Martinator’ y Daniele Romagnoli, jefe técnico del madrileño, se juntaron en un rincón y decidieron que alguien, uno de ellos, quien fuese, debía encerrarse con Jorge y ayudarle, no solo a serenarse, sino a pedirle que volviese a ser el que había sido los 19 grandes premios anteriores, en los que estuvo impecable (siempre).
Jorge Martín para su Ducati en mitad de la pista de Montmeló y celebra su título. / ALEX FARINELLI
Y, sí, alguien se encerró con Martín. Alguien le dijo que debía calmarse, que no se le iba a escapar el título, que había sido un día duro en la oficina “pero nada más” y, sobre todo, que no podía zarandear a su equipo cuando, él mejor que nadie, sabía lo mucho y bien........
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