Las radares de tramo en Catalunya reducen a la mitad la siniestralidad más grave
Seguridad vial
Radar de tramo, en la C-65, en Llagostera, en 2014 / Joan Castro
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
En unos meses se cumplirán 20 años de la instalación del primer radar de tramo en Catalunya, esos controles que miden la velocidad en un segmento concreto de una vía rápida con el objetivo de reducir la siniestralidad. Es probable que parte de la ciudadanía los siga considerando un chisme recaudatorio más de la Administración, pero los datos demuestran que, amén de lo que hayan podido generar en cuanto a multas económicas, un dineral, sin duda, y los fijos, más todavía, también han salvado muchas vidas: los accidentes con heridos graves y víctimas mortales se han reducido a la mitad en los segmentos con inspección.
Los primeros se colocaron en 2005 en la C-31, entre Vilanova y Cubelles, y en la C-17, entre los municipios de Parets del Vallès y Lliçà de Vall. La antigua N-152, una montaña rusa de curvas que une Barcelona y Ripoll, ha sido una de las arterias en las que más controles fijos y de tramo se han colocado en este siglo. El último de tramo, sin embargo, se estrenó el pasado septiembre en el túnel de Vallvidrera, en la salida y entrada a Barcelona. La C-16 ya tenía dos puntos vigilados a la altura de Sant Cugat (con el límite a 110 km/h), pero el Servei Català de Trànsit consideró que los registros de siniestralidad justificaban este refuerzo en el túnel que atraviesa Collserola,........
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