Por las nubes
Escritor.
Escritor.
Dos personas usan teléfonos móviles. / UPF
Llegará el día que alguien, en un exceso de relajación, tome el móvil y le ponga un mensaje a un amigo para decir algo bueno de un conocido común. Será la barbaridad definitiva, pero antes o después, en la vida nos sucede de todo. No en vano, echamos mano del teléfono cientos de veces cada veinticuatro horas, algunas simplemente para asegurarnos de que no está muerto, después de permanecer dos o tres minutos sin sonar o iluminarse. En una de esas, bajo la tranquilidad de que nadie más que el amigo nos leerá, ninguno de nosotros –por aburrimiento, por locura transitoria, por despiste, tal vez por cariño– está........
© El Periódico de España
