Cuenta la leyenda que, en la China de antaño, un pensador ofendió de manera accidental a un reconocido guerrero. El guerrero, herido en su orgullo, decidió retar al ofensor a un duelo a muerte. Este último, obligado por el honor, no pudo rehusarse. Sin embargo, aterrado, decidió consultar a su maestro sobre la forma de salir adelante en un combate que tenía ya perdido. Con la tranquilidad de siempre, el maestro le aconsejó convocar al guerrero para que, antes del duelo, compartieran una taza de té, que él, el ofensor, se encargaría de administrar. El guerrero, insigne, tampoco tuvo alternativa.

El día del enfrentamiento, los combatientes se encontraron en el lugar convenido. Como estaba acordado, el pensador procedió a servir el té con la solemnidad que la situación exigía. Al terminar la ceremonia, el guerrero, intranquilo, propuso que, si ambos estaban de acuerdo, podían suspender el duelo y dar por superado el........

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