Tres mitos y una advertencia
Donde la ultraderecha ha mostrado su peor cara fascista es al orquestar una campaña de desprestigio a lo Goebbels, acusando ineptitud mental de Evelyn Matthei, campaña impulsada desde el seno mismo del Partido Republicano.
En tiempos de elecciones, el ruido suele ocultar lo esencial. No son las encuestas ni los eslóganes los que definen una coyuntura histórica, sino los dilemas éticos y políticos que enfrenta una sociedad cuando se ve empujada a elegir un rumbo. Y si algo caracteriza a la próxima elección presidencial en Chile es precisamente eso: la profundidad de los dilemas que arrastra.
Para comprender lo que verdaderamente está en juego, conviene desvanecer al menos tres mitos que se han instalado con comodidad en el debate público.
Se nos quiere hacer creer que existen dos derechas: una “razonable”, “moderna” y “centrista”, encarnada por Evelyn Matthei; y otra “ideológica”, “retrógrada” y “radical”, representada por José Antonio Kast. Pero esa diferencia es más de formas que de fondo. Comparten una matriz ideológica: concentrar al Estado en la seguridad y dejar todo lo demás al mercado.
Si algunos en la derecha fueron capaces de justificar las muertes, torturas, desapariciones y el exilio tras el golpe de Estado, con mucha mayor facilidad pueden hoy proponer –aunque no lo digan en voz alta– que el pueblo debe, una vez más, esperar. Esperar a que “chorree” lo invisible, a que se duplique el ingreso per cápita para........
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