La soledad de Jeannette
He aprovechado más de una vez este espacio para hablar del Partido Comunista. He dicho que es un partido que no engaña a nadie, pues muestra transparentemente a la ciudadanía sus objetivos estratégicos al exponer en su Declaración de Principios su ideología Marxista-Leninista. Una ideología que lo define como un partido revolucionario, cuya misión es destruir el “orden burgués” (léase capitalismo) y tiene como objetivo estratégico la dictadura del proletariado como fase de tránsito al comunismo, la sociedad sin clases.
He escrito también, recientemente, que esa condición, su vocación de “cambiar el mundo de faz” como reza La Internacional, le plantea una contradicción con la posibilidad de gobernar una sociedad capitalista, sujeta a los principios de la democracia liberal y a las normas y leyes que de ella dimanan. Una contradicción que el Partido Comunista de Chile ha sorteado a lo largo de su historia presentando candidaturas presidenciales sólo testimoniales. Hasta ahora nunca han aspirado verdaderamente a gobernar por una vía democrática. Su verdadera opción política ha sido más bien la de ser el “ala izquierda” de gobiernos de izquierda -como ocurrió con el Frente Popular y ocurre hoy con el gobierno de Gabriel Boric- y desde allí empujar el carro de sus ideas y de las medidas prácticas que las expresan, a la espera de que en la sociedad se den las “condiciones objetivas” que permitan la revolución tan anhelada. La excepción a esta práctica fue la Unidad Popular, en la que ese rol de “ala izquierda” lo asumieron el Partido Socialista y el MAPU.
Así, pues, el Partido Comunista, a lo largo de su historia en nuestro país, ha sido siempre transparente y previsible… hasta ahora.
En esta oportunidad el partido........
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