La deuda que no es nuestra
Esta inversión de la lógica democrática no es solo absurda, es peligrosa. Porque cuando el poder se acostumbra a vivir del olvido ajeno, cuando se instala en la comodidad de la impunidad y la indiferencia, deja de ser una representación y se convierte en dominación. Y eso, en una tierra como la nuestra, donde la pobreza multidimensional convive con la riqueza natural, donde la cultura resiste a pesar del abandono, es una traición que no podemos seguir tolerando.
Escucho y leo discursos que parecen escritos por asesores que nunca han pisado una ranchería. Promesas que se repiten cada cuatro años como si fueran nuevas, cuando en realidad son recicladas de campañas anteriores, apenas maquilladas para sonar modernas. Algunos políticos guajiros se la pasan paseando por Bogotá como si fueran embajadores de una tierra exótica, y regresan a La Guajira solo cuando hay fotos que tomar o votos que recoger.
Pero mientras tanto, ¿qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa........
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