menu_open Columnists
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close

El veneno va por dentro

3 0
yesterday

No hablo de un problema anecdótico ni pasajero, hablo de un patrón que enferma tanto a las personas como a las organizaciones. En lo personal, quienes viven este rechazo pagan un precio emocional altísimo: ansiedad social, depresión, perfeccionismo paralizante, síndrome del impostor, incluso conductas de autodaño y aislamiento. Lo he visto en ejecutivos jóvenes que decidieron bajar el ritmo de su genialidad para ser “aceptados” por su equipo, y en profesionales brillantes que renuncian al propósito por la fatiga de sentirse siempre cuestionados.

En lo colectivo, la factura es todavía más grave. Las organizaciones que castigan, silencian o ridiculizan al sobresaliente pierden competitividad. La innovación se seca, la creatividad se esconde, la meritocracia se vuelve una farsa. La cultura corporativa queda atrapada en la mediocridad disfrazada de consenso. Y lo más doloroso: el talento, que........

© El Informador