La heredad del compromiso telúrico
Menguada y mezquina memoria tiene el venezolano actual por su antepasado hispano. España nos dio lengua, religión, cultura, música y construyó nuestro mapa geográfico con la fundación de nuestras principales ciudades, no obstante los nuevos liderazgos reniegan de su legado en nombre de indígenas confinados en los guetos de la pobreza populista.
Cosa distinta sucede en Carora, ciudad fundada en 1569 y que honra su pasado español y lo festeja honrando lambien su fusión con el indio y el negro y por ello cultiva el Tamunangue como un bien cultural que es bandera de su idiosincrasia.
Esta mediana ciudad del árido profundo fue migrando de su aislamiento de verano solitario hasta convertirse en una referencia de producción agropecuaria en el Siglo XX, gracias precisamente a un compromiso telúrico alimentado tempranamente por la fe católica de las familias fundadoras, las cuales saltaron de la cría del chivo a la vaca y de los matorrales al potrero y el tablón de caña.
Mediante un esfuerzo conjunto de historiadores locales, empresas y gremios, en Carora se adelanta un proyecto para rescatar y enaltecer esta memoria ciudadana que a jalones del trabajo y la fe transformó un territorio de tunas y sed en una de las principales cuencas ganaderas del país y en sembradíos de caña que actualmente sostienen uno de los cinco centrales azucareros con los que cuenta Venezuela. Para adelantar este proyecto se realizó una reunión de........
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