Crónicas de Facundo: Las enseñanzas del teatro electoral, tras el 25 de mayo
Las “internas” recién organizadas por la administración de Maduro-Cabello – su partido único y sus escribanos electorales – a fin de seleccionar bajo arbitrio a los colaboradores del régimen en el mundo de las gobernaciones y alcaldías municipales – inexistentes e inútiles, desde cuándo se aprobara en 2020 la Ley “Constitucional” de la Fuerza Armada que las arropa con sus Regiones y Zonas de Defensa Integral, todas dependientes del Comando Estratégico Operacional que conduce el mismo Nicolás Maduro Moros – desde ya deja sus lecciones. Son muy amargas para el señalado elenco o reparto teatral y deberían alcanzar, sobre todo, a los políticos de “espacios” que hasta ayer se decían opositores. Unos salen del juego, despreciados por la misma dictadura con la que han cohabitado y los que ingresan, lo hacen sin votos computados, para ejercer graciosamente y como diputados de utilería dentro del naciente corifeo parlamentario oficialista.
La primera enseñanza es que el binomio Maduro-Cabello, ahora en réplica del binomio nicaragüense Ortega-Murillo, tras la monumental derrota que sufriese el 28 de julio de 2024 con la elección de Edmundo González Urrutia, presidente electo de Venezuela al que han desconocido, optó por eliminar para siempre las mínimas garantías electorales; esas que incluso le servían para la simulación democrática, puertas afuera, hasta que el pueblo le desbanca en la histórica fecha. Pues bien, no más actas electorales ni códigos QR, tampoco escrutinios públicos, tal como lo ha evidenciado el experimento de este pasado 25 de mayo. El escribano electoral de turno se ha limitado a leer la “otra” servilleta sobre la que escribiera “sus” resultados el Palacio de Miraflores.
Que los números no coincidan con los porcentajes, tal como ha ocurrido, o que su escasez no se quisiese mostrar para que la soledad no fuese tan elocuente, lo ve el gobierno como peccata minuta. Lo que le importa es que el país entienda que la ficción electoral es la obra exclusiva de quienes mandan y de su teatro. Elecciones reales y democráticas nunca las habrá.
Los demás, actores de reparto o iluministas, vestuaristas o tramoyistas, los funcionales y los normalizadores de la administración, como el caso de los otrora candidatos presidenciales que el país creyese opositores, Manuel Rosales y Henrique Capriles, si acaso califican o no durante los “castings” se les admite. Se les habilita o inhabilita a discreción, o se los expulsa de los pocos metros de poder imaginario que se les entregan o se los arrancan sin conmiseración alguna, según ello convenga al autor guión de........
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