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Crónicas de Facundo: El inquilino de la Casa Blanca

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25.08.2025

Tras el encuentro en Alaska entre Donald Trump y Vladimir Putin, al que siguió la reunión del mandatario norteamericano con el conjunto de los líderes europeos en la Casa Blanca, nadie, por sensato, debería hacerse eco de las redes que repiten la monserga de un dislocado gobernante, por lo demás autócrata, que manda en soledad desde la Sala Oval. Lo primero de observar es que aún rige en USA el control parlamentario y la actividad de sus jueces al respecto es beligerante. Es lo propio de toda democracia madura. Todo acto ejecutivo es, al cabo, un acto de autoridad, gústenos o no, y de allí, justamente, la importancia del balance de poderes que aún funciona en Estados Unidos, para contener la arbitrariedad o la ilegalidad.

La reorganización geopolítica del planeta, tras el quiebre epocal y el período deconstructivo que propulsaran la caída del comunismo y la emergencia de las revoluciones digitales y de la inteligencia artificial (1989-2019) avanza y seriamente. La presencia determinante de Washington es palmaria. Mas hasta ayer se dijo, machaconamente, que Trump se aislaba del mundo.

Lo cierto es – tal como lo confirma el mismo António Guterres: ¡la ONU está en el abismo! – que el mundo tal y como lo hemos conocido se deshace. Emergerá otro, cuantitativa y cualitativamente distinto. Sus categorías están definiéndose en lo global y poco se hace, cabe observarlo, en la reordenación de las categorías constitucionales distintas que habrían de regir en las localidades hasta ahora ocupadas por los Estados y como necesario equilibrio de base para el adecuado funcionamiento de la globalización y su gobernabilidad.

Que nos guste o no la personalidad arrolladora y deslenguada, franca y directa de Trump, o que este no se sujete con facilidad a los cánones decimonónicos de la diplomacia, es otra cosa. En el planeta no se discierne hoy – lo hacen los políticos de trincheras y en la soledad de sus diálogos socráticos – sobre un concurso de buenos modales. Tiene preeminencia el reality show, probablemente como atenuador de la violencia en la circunstancia. Eisenhower – “el pésimo señor Bang – era de carácter despiadado y Nixon un rencoroso, y abusivo cuando perdía los estribos.

El asunto grueso es que China y Rusia, en la antesala de la segunda guerra de agresión de esta contra Ucrania – la primera la emprende en 2014 para hacerse de Crimea, tras lo cual Ucrania se vincula a la OTAN – se adelantan para anunciarle al mundo que asumirían el control de la globalización desde el Pacífico, en defecto de Occidente. Mientras tanto los occidentales callamos. Trump no lo hizo.

Olvidamos que, en ese reajuste histórico del orden de las potencias que ocurre en el mundo y esperado a partir de 1989 – se deslindan las mayores y se redefinen las intermedias, quedando el resto como recipiendarias de las cuotas de poder que les asignen las primeras – y, agotada como se encuentra la experiencia multilateral nacida de la Segunda Gran Guerra a partir de 1945, el dedo sobre la llaga lo puso el primer Trump. Le........

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