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Crónicas de Facundo: El grito de la impunidad

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08.09.2025

El que haya dedicado medio siglo al estudio del derecho internacional y haber participado de una corte de derechos humanos no me inhibe, antes bien me obliga a hacer un juicio descarnado y sin tamices a la gran falla estructural que hoy determina la ausencia generalizada de la experiencia de la libertad en el mundo. Y me refiero a la libertad, pues hace relación con las posibilidades de un discernimiento humano ajeno a las presiones indebidas, sean políticas o criminales u obra de las necesidades vitales, lo que sólo es posible en contextos de paz. Pero entendida esta no como la paz de los cementerios sino como el acuerdo y la concordancia para desterrar a la saña cainita como riel de nuestras existencias. Y lo decía Emmanuel Kant fijando el eje del asunto: “La justicia y el respeto al derecho son los principios de la paz”.

El cuadro global, dejando de lado los filtros que filtran para morigerar los resultados y las particularidades de quienes elaboran índices sobre la democracia en el mundo, en la práctica es desolador. De los 193 Estados que forman a la ONU, se le reconoce plenitud democrática a 25 Estados, mientras que, dentro de aquellos que tienen algo de democracia formal 16 Estados se volvieron híbridos, y 18 Estados pasaron a ser autoritarios, en suma, otras dictaduras más.

El compromiso de las naciones que actualmente forman a Naciones Unidas, tras la tragedia del holocausto judío y a partir de 1945, era – lo dice la Declaración Universal de 1948 – la realización del ideal kantiano: “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. Advierte y prescribe, por consiguiente, que “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”; dado lo cual se obligaban los Estados a reconocer lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los derechos y libertades proclamados en esta Declaración se hagan plenamente efectivos”. En suma, tal derecho hizo aguas. He allí los ejemplos de hoy, como Ucrania, el Congo, Israel vs. Hamas, Sudán, Siria, Cachemira, los crímenes de lesa humanidad impunes en Venezuela, y paremos de contar.

El estatuto de San Francisco o su Carta quiso, así, forjar un muro límite a la soberanía de los Estados, dándole carácter imperativo y de orden público al respeto y la garantía de los derechos de la persona”. Ese límite, cabe........

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