Los salmos del atardecer
Gabriel García Márquez fue acusado alguna vez de haberse olvidado de los afrodescendientes en su obra. Injusta afirmación e imprecisa. Es cierto que Cien años de soledad no es Changó, el gran putas, pero no se puede pasar por alto al inolvidable “Nabo, el negro que hizo esperar a los ángeles”, un cuento temprano de 1951. Los detractores de Gabo parecen olvidar también al carpintero de piel oscura y ojos verdes que decía llamarse Aureliano Amador, el mismo que escapó por los laberintos de la sierra la noche del exterminio de los hijos del coronel. Olvidan asimismo el pequeño, pero significativo barrio de negros de Macondo, “el único rincón de serenidad fue establecido por los pacíficos negros........
© El Heraldo
