Ni cómo ayudarla, presidenta
Cada vez le está costando más cara la mañanera del pueblo a la presidenta Claudia Sheinbaum. Se la impuso su mentor, Andrés Manuel López Obrador, y no se la pudo sacudir. Aunque cada vez se ve más cómoda en ese espacio, sin el talento de su antecesor, su olfato, cinismo y sangre de atole, ese púlpito prestado se ha venido convirtiendo en un aparador que no puede llenar y un recurso demagógico contraproducente. Ayer, consecuencia de ello, le pegaron un mazazo desde la Oficina Oval de la Casa Blanca. Kristi Noem, la secretaria de Seguridad Nacional, la acusó de incitar las protestas en Los Ángeles.
Noem lo dijo sin ambages: “Claudia Sheinbaum salió públicamente y alentó más protestas en Los Ángeles. La condeno por eso. No debería estar incentivando las protestas violentas que están sucediendo”. Pero si la declaración fue demoledora y no le mostró respeto (le habló por su nombre sin título, como marca la cortesía y el protocolo), el contexto en el que se dio acentuó lo delicado del momento.
Su crítica fue precedida de una pregunta a Trump, en la que le pidieron comentar la condena de Sheinbaum a la violencia en las protestas, con la cual coincidió, agregando que su intervención era para acabar con la violencia. Su contexto no era el mismo de la presidenta, y le pidió a Noem que profundizara el tema de la violencia en Los Ángeles. Mientras lo hacía, Trump ni hizo gestos........
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