El fuego sagrado
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Es fantástica la imagen del incendio de una iglesia. Las llamas iluminan los vitrales con un realismo asombroso; el fuego se confunde con las laminillas de oro del altar mayor; el órgano mira en silencio desde el fondo, con las bocas abiertas de sus innumerables tubos; el humo es denso por los cientos de años de las maderas que soportan los techos —la forêt de robles sostenía el cielo de Notre Dame— y los santos que se inmolan haciendo creíbles las leyendas y las hagiografías. Las gárgolas parecen rugir, las columnas de piedra al fin tienen un trabajo distinto a la simple ornamentación y la aguja ardiente es el gran sirio que había pospuesto su deber. El incendio de una iglesia es el apocalipsis en vivo, prometido y cumplido, perfecto para las bendiciones y los arrepentimientos y las promesas. Las campanas fundidas son el homenaje de silencio para cuando todo es hollín y pavesas.........
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